Alerta por la mosca de alas manchadas

Alerta por la mosca de alas manchadas

La Drosophila suzukii habría entrado a Chile hace tres años y ya ha sido capturada entre las regiones de Coquimbo y Aysén. No hay riesgo de que las frutas nacionales queden fuera de algún mercado, porque es una plaga que está en casi todo el mundo; pero si no se controla, puede generar fuertes pérdidas en distintas especies. Paloma Díaz Abásolo

A mediados 2017, tras la captura de ocho ejemplares adultos en Pucón, en la Región de La Araucanía, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) confirmó el ingreso a Chile de la mosca Drosophila suzukii, conocida también como la mosca de alas manchadas, que nunca había estado presente en el país y que a poco andar se detectó en otras zonas de Los Ríos y Los Lagos.

Se trata de una plaga que ya existía en los principales mercados de destino de las frutas chilenas, por lo que no se ha traducido en restricciones cuarentenarias o limitaciones al comercio de estos productos en el exterior, como ocurre con otras que han aparecido en la última década, como la polilla Lobesia botrana.

Sin embargo, se estima que hoy la Drosophila está en la principal zona productora de frutas del país, con presencia entre las regiones del Maule y Los Lagos, aunque el SAG informa que también han encontrado ejemplares puntuales en las regiones de O'Higgins, Metropolitana, Coquimbo y Aysén. Y los especialistas advierten que si no se controla en forma adecuada, podría generar daños importantes en la producción de distintas especies donde se hospeda (ver recuadro).

“En mi opinión, los agricultores chilenos aún no han tomado el peso de lo que podría hacer esta plaga. Se está instalando en Chile y no ha sido agresiva en los huertos hasta ahora porque cuenta con mucha fruta silvestre disponible. Pero es una bomba de tiempo”, advierte el entomólogo y asesor Carlos Barriga.

En ese sentido, resalta que en producciones de arándanos y cerezas de Alemania y Estados Unidos se han registrado pérdidas de hasta el 70% u 80% de la producción por la Drosophila suzukii.

El SAG ha seguido la estrategia de difundir información sobre el estado de la plaga y entregar recomendaciones para su control. Por ejemplo, se encarga de advertir a los productores cercanos a los puntos donde se detecta la Drosophila, aunque no existe un plan de control obligatorio.

“El SAG efectúa capacitaciones a solicitud de los interesados sobre el reconocimiento del insecto y su monitoreo. Se considera que mantener al tanto al productor, la comunidad y la industria es la mejor estrategia para convivir y controlar al insecto, ya que es de difícil manejo”, sostiene Rodrigo Astete, jefe de la División de Protección Agrícola y Forestal del SAG.

Reproducción agresiva

Aunque no viaja grandes distancias, la mosca de alas manchadas —solo el macho tiene esa característica— se reproduce muy rápido, ya que puede poner más de 300 huevos cada vez y tiene un ciclo de vida corto, por lo que se estima que en el año puede llegar a tener más de diez generaciones si cuenta con las condiciones de temperatura y humedad adecuadas.

Esos elementos, sumado a la gran cantidad de frutales silvestres que existen en las áreas rurales, que le ayudan a tener alimento disponible, ha impulsado la rápida expansión de la plaga, aun cuando el daño que provoca puede pasar desapercibido.

“Esta mosca no pone huevos en las flores ni los árboles, sino que busca las frutas sanas. Tiene un sistema ovopositor que cuenta con una especie de serrucho diminuto, con el cual hace un orificio pequeño en la fruta e introduce sus huevos. Esto lo hace cuando la fruta ya está formada e idealmente tiene algo de azúcar, para que se alimenten”, dice Carlos Barriga.

De esa manera, cuando la fruta está madura comienzan a observarse las larvas en el interior y los eventuales daños.

“Por otro lado, si no se logran desarrollar las larvas, pero se produce la herida por el intento de poner huevos en el fruto, se han reportado aumentos en la incidencia de pudriciones, lo que también impide la comercialización de la fruta”, explica la directora de investigación de Agri Development, Karina Buzzetti.

El rol del SAG

Uno de los puntos débiles que habrían permitido el ingreso de la Drosophila suzukii a Chile es el bajo nivel de trampas que tenía el SAG, el cual —según algunos entomólogos— no superaba las 200 en La Araucanía y sumaba 1.900 unidades a nivel nacional, aun cuando se recomienda instalarlas cada cinco metros.

“Resulta evidente que ante la alta tasa de ingreso de diversos agentes de riesgo fitosanitario, como plagas, enfermedades, malezas y otros en los últimos años, las capacidades fiscalizadoras y recursos disponibles se ven superados tanto en las medidas de precaución como en el posterior manejo”, advierte Karina Buzzetti.

En ese sentido, resalta que como la mosca de alas manchadas no es cuarentenaria, la prioridad de los recursos se reorienta a plagas como la Lobesia botrana, con lo cual se traspasa la responsabilidad por la mosca a los productores.

“Es clave la comunicación fluida entre entes privados y públicos, pues es necesario mejorar la capacitación del productor tanto en el monitoreo como en las medidas de manejo”, plantea Karina Buzzetti.

También se cree que la mosca entró a Chile antes de 2017, lo que explicaría que se haya detectado un volumen importante en la precordillera de La Araucanía durante ese año, con mayor presencia que en el valle central y la costa.

“Mi opinión es que la mosca entró a Chile mucho antes, desde Argentina, y no sabíamos que la teníamos, al igual que como ocurrió con la Lobesia botrana”, asegura Carlos Barriga.

Monitoreo es clave

No dejar

Charcos; eliminar malezas y restos de fruta, y evitar cercos con alimentos son parte de las recomendaciones para disminuir los riesgos.

Una de las dificultades que tiene el control de la Drosophila suzukii es que todavía no se conocen enemigos naturales que la puedan combatir y tampoco se ha probado la técnica del insecto estéril —que se ha utilizado con éxito en el control de la mosca de la fruta—, por lo que el foco está en las medidas preventivas.

“Actualmente, diversos grupos del mundo privado y público estamos trabajando en forma paralela y conjunta para desarrollar en forma local alternativas de monitoreo, controles por captura masiva utilizando herramientas de attack and kill, y sistemas de liberación de controladores biológicos”, detalla Karina Buzzetti.

Un punto básico es que los agricultores instalen trampas alimentarias con vinagre de manzana en los huertos y zonas cercanas a cercos silvestres —que en lo posible se deben eliminar—, especialmente durante el invierno.

“En esos meses hay menos fruta, por lo que se acercan más a la trampa y se puede saber si hay presencia de la mosca”, plantea Carlos Barriga, y añade que en los huertos donde se detecta su presencia, después de la cosecha, se debe eliminar la fruta que queda en los árboles y el suelo.

Desde el SAG resaltan que es fundamental que los productores realicen planes de manejo y control, y que reconozcan al insecto.

En cuanto al uso preventivo de insecticidas —algo que habrían recomendado algunas exportadoras y empresas de agroquímicos—, los entomólogos consideran que no es beneficioso, porque es muy fácil que generen resistencia a las moléculas.

“En este caso, los controles químicos no están para proteger la fruta, sino que para disminuir la presión de la plaga. Como la producción de frutas en Chile tiene una carga de pesticidas importante, creo que ha permitido que la expresión de daños en los huertos por esta mosca sea mínima”, dice Carlos Barriga.

Oceanía

Es el único continente donde no está presente la mosca de alas manchadas, por lo cual Australia y Nueva Zelandia piden regulaciones cuarentenarias, indica el SAG.

Los hospederos de la mosca

En el caso de Chile, se estima que la mosca de alas manchadas se ha expandido principalmente a través de frutales silvestres, como la rosa mosqueta, zarzamoras, murtillas, hiedras, boldos y arrayanes, entre otras.

Sin embargo, de acuerdo con la experiencia que han tenido en otros países, la plaga puede hospedarse en diversos frutales cultivados, como los berries —considerando los arándanos, moras, frutillas y frambuesas—, cerezos, duraznos, vides de mesa y viníferas, y pomáceas, además de algunos cítricos.

Fuente: Revista del Campo, El Mercurio

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