Estas herramientas, en general, alcanzan alrededor del 75% de eficiencia en el uso del agua y permiten aumentar el volumen y la calidad del material obtenido.
La necesidad de aumentar la rentabilidad del negocio ha llevado a que cada vez sean más los ganaderos interesados en incorporar algún sistema que les permita regar sus praderas.
“Hoy, los productores tienen absoluta consciencia de que introduciendo riego a sus predios pueden aumentar los rendimientos productivos de materia seca y, con ello, mejorar la competitividad de sus negocios”, asegura Bruno Rubilar, presidente de la Asociación Gremial de Productores de Leche de la Región de Los Ríos, Aproval.
De hecho, un estudio desarrollado por la misma Aproval, en el que se analizó el comportamiento productivo de 9 campos lecheros durante 6 temporadas, estableció que en promedio las praderas bajo riego producían 3,5 toneladas de materia seca por hectárea más que las de secano.
*Vea aquí el estudio de Aproval.
Pese a que no existen dudas de los beneficios que puede generar el riego en los predios ganaderos, se sabe que la elección de un sistema determinado y las condiciones edafoclimáticas del lugar influyen directamente en los resultados volumétricos y de calidad del material obtenido. Por lo mismo, los expertos recomiendan que antes de realizar una elección, se evalúen las características y el potencial de cada una de las herramientas disponibles.
Los más usados
Según Claudia Pizarro, gerenta general de Improve Ltda, empresa dedicada a las consultorías en riego, el sistema de riego más usado en los predios ganaderos del país es el de aspersión, debido a su alta eficiencia.
“Estos sistemas, en general, son capaces de alcanzar una eficiencia del 75% en el uso del agua, lo que es tremendamente importante para un negocio donde el ser eficiente en el uso de los recursos permite marcar una tremenda diferencia”, explica.
La experta indica que dentro de ese grupo hay tres opciones, que son las más usadas por los ganaderos: el riego por pivotes, por tazas y por carrete, las cuales tienen ventajas y desventajas.
-Sistema de pivotes:
Los pivotes son equipos propulsados por electricidad y pensados para cubrir vastas zonas —en Chile se usan mayoritariamente los que cubren 50-60 hectáreas—, que suministran agua en forma de lluvia. Esto, según los expertos, permite hacer riegos de pasturas y cultivos mucho más homogéneos —el sistema llega al 90% de uniformidad—, aunque esto puede verse afectado por el viento.
Según los expertos, este sistema, que entrega una gota pequeña y detalla la lámina de agua que se está aplicando, es el que, en general, alcanza mayores producciones anuales de forraje entre las opciones que se suelen usar en los predios ganaderos. Esta información coincide con los resultados entregados por el estudio de Aproval, donde el sistema de pivotes alcanza una producción anual de forraje de 16.500 kg de materia seca, frente a los sistemas de tazas y carrete, que anotan 14.500 y 13.200 kg de materia seca, respectivamente.
Sin embargo, una de las principales desventajas del sistema de riego por pivotes es que no puede ser usado en todos los predios, pues requiere de áreas grandes y abiertas, relativamente planas y que no tenga presencia de obstáculos, como árboles.
“Además dejan todas las esquinas sin regar, lo que también es un problema, pues con ello no se aprovecha todo el espacio”, agrega Claudia Pizarro.
Según la experta, el costo de instalación de un sistema de riego de pivotes para 60 hectáreas en la zona sur de Chile asciende a cerca de $1.600.000 /ha.
Como se trata de un sistema de bajo consumo de energía, debido a que requiere de bajas presiones, su costo operacional es menor que el de los otros dos sistemas.
De hecho, el estudio realizado por Aproval posiciona a los pivotes como el sistema que tiene el costo de producción de materia seca por hectárea más bajo de los tres estudiados, llegando a $57,3 por kg.
-Sistema de tazas:
Este sistema, que fue inspirado en un método de riego surgido en Nueva Zelanda, está compuesto por una red de pequeños aspersores, insertos en protectores plásticos, llamados tazas, los cuales están conectados a una línea especial de polietileno de baja densidad.
“Este sistema, a diferencia de los pivotes es mucho más funcional, ya que trabaja muy adaptado a la topografía del campo, pero también se acomoda a la operación agrícola, es decir, no hay que levantar cercos, no hay que cortar árboles y se acomoda muy bien a las estructuras y todo lo que exista en el lugar”, advierte Claudia Pizarro.
A esto se agrega el hecho de que con este sistema se pueden cubrir todos los espacios del predio, incluidas las esquinas.
A diferencia del sistema de pivotes, el de tazas no es automático, por lo que requiere de la acción de operadores que manejen los equipos.
“Si bien no se necesitan tantas personas, hay que disponer de gente. Hay muchos productores que, por querer ahorrarse este ítem, prefieren instalar pivotes”, indica Pizarro.
De hecho, la uniformidad de riego que se alcance con este sistema dependerá, en gran medida, del operador a cargo, por lo que este debe estar muy bien capacitado, sobre todo en lo que se relaciona con las posturas del equipo y tiempos de riego.
Claudia Pizarro comenta que el sistema de tazas tiene un costo de inversión 50% o 60% más bajo que el de pivotes, es decir, llega a alrededor de $1.000.000 por hectárea.
“A esto se agrega que también tiene un costo operacional bajo, debido a que requiere bajas presiones”, agrega.
Según el estudio desarrollado por Aproval, el costo de producción de materia seca por hectárea del sistema de tazas llega a $72,9 por kg, es decir, es más alto que el de pivotes.
Sistema de carrete:
Este sistema consta de un aspersor grande instalado sobre un patín o ruedas, que se encuentra conectado mediante una manguera —de 75 a 110 mm de diámetro— a un sistema de enrrollamiento denominado carrete, y que se mueve a partir de la presión del agua que surge de una motobomba y pasa por una turbina.
Con este sistema existe una mayor pérdida de agua por deriva, debido a que el recurso debe llegar a una altura donde quedará expuesto al viento.
Tiene una tasa de aplicación de agua mucho mayor que la de los otros dos sistemas, es decir, aplica una lámina de agua mayor en un tiempo más acotado, lo que genera pérdidas en la producción. Esto, a su vez, lleva a que se produzcan periodos de saturación y falta de oxígeno en el suelo.
Si bien este sistema puede regar cualquier superficie, los expertos recomiendan su uso en cultivos, como maíz o papas, pero no en praderas, debido a que sus costos —tanto de inversión como de operación— son más altos.
“El carrete tiene un costo de inversión por hectárea que puede llegar a alrededor de $1.600.000-1.700.0000, pero lo más relevante es su alto costo de operación”, advierte Claudia Pizarro.
La especialista explica que esto se debe que este sistema usa casi el doble de energía que los otros dos, producto de que tiene una boquilla que demanda más presión.
Según el estudio de Aproval el costo de producción de materia seca por hectárea del sistema de carrete llega a $82,3 por kg, posicionándose como el más caro de los tres estudiados.
Fuente: Revista del Campo, El Mercurio
Deje una respuesta Cancelar